Justicia fiscal, capital y trabajo
Una de las fuentes más importantes de reproducción de la desigualdad en México es la que se origina por las diferencias entre la apropiación de los ingresos del trabajo y del capital. El tratamiento tributario que se le da a cada una de estas fuentes de ingreso es además sumamente desigual, aun cuando este instrumento redistributivo es fundamental para generar una situación de mayor justicia fiscal en el país.
A continuación, se revisa de manera breve cómo es que la distribución y redistribución asociadas al capital y al trabajo explican en gran medida la reproducción histórica de la desigualdad en la sociedad mexicana. Se analizan primero las brechas de distribución y apropiación de estas fuentes de ingreso en la actualidad, para luego pasar a una revisión de los cambios históricos previos en estos rubros. En un segundo momento, se presenta información sobre la carga y los privilegios fiscales del capital y del trabajo, respectivamente, en México.
1. El capital como reproductor de desigualdad
La distribución de los ingresos totales de los hogares en México es sumamente desigual, como se ha documentado ya durante años1. Mientras que el 10% más rico se queda con 55% del total de ingresos, y sólo el 1% más rico se queda con 29%, el 50% más pobre apenas se queda con 14% del total. Visto de una manera más sencilla: el 1% más rico del país tiene los mismos ingresos que el 75% más pobre.
Para comprender a profundidad el origen de una distribución tan desigual, es importante analizar las “fuentes”, es decir, los componentes del ingreso total. Una de estas fuentes son los ingresos por trabajo, es decir, los que se obtienen por la prestación de un servicio a otra persona o empresa, o se relacionan con ésta. Otra de estas fuentes está conformada por los ingresos por capital o rentas de la propiedad, que se obtienen al aprovechar algún activo-propiedad, como rentar una casa o vender acciones de una empresa en la Bolsa Mexicana de Valores. Otro de estos componentes son los ingresos por negocios propios, que pueden referir tanto a negocios de autoempleo, como a micro y hasta grandes empresas. Además, están los ingresos por transferencias, que pueden provenir de otros hogares o del gobierno (como las pensiones y/o los programas sociales). Por último, el ingreso corriente total se complementa con una estimación del alquiler de la vivienda que habría pagado éste hogar en el mercado por contar alojamiento de similares condiciones.
La fuente de ingresos menos desigual respecto de las demás son los ingresos por remuneraciones de trabajo. En este rubro, el 1% más rico del país apenas se queda con 3% del total, mientras que el 50% más pobre se queda con 23% del total. Las transferencias y la estimación de alquiler de la vivienda tienen distribuciones relativa-mente similares.
En contraste, la distribución más desigual se asocia con dos productos de la apropiación del capital: los ingresos por negocios y las rentas de propiedad. En los ingresos por negocios, el 1% más rico se queda con 60% del total, mientras que en los ingresos por rentas de propiedades ese mismo grupo se queda con 67% del total. Esto significa que el 1% más rico acapara más ingresos, en estas dos fuentes, que el 99% restante de la población.
Gráfica 1: Distribución de los ingresos por fuente
Cifras en millones de pesos.
Gráfica 2: Distribución de los ingresos por fuente
% según percentiles de ingreso total por persona
Así pues, la desigualdad del ingreso total se debe en gran medida a la desigualdad asociada con estas fuentes de ingresos –las ganancias generadas por los negocios y las rentas de propiedad. Una vez que se ha mostrado la gran importancia de estas fuentes de ingresos asociadas al capital en el presente, vale la pena ampliar este análisis para examinar su evolución en los últimos años.
Observamos que durante los últimos 34 años (de 1984 a 2018), el crecimiento de los ingresos por rentas de capital ha sido 3.5 veces mayor al de los ingresos del trabajo (remuneraciones): mientras que los primeros crecieron 150% en ese periodo, los segundos sólo aumentaron 42%. Esto significa que, mientras que la tasa de crecimiento anual promedio de los ingresos laborales fue de sólo 1.08% anual, la de los ingresos por capital fue de 2.82%.
Esta diferencia en el crecimiento promedio de los ingresos por distintas fuentes oculta además amplias desigualdades entre quienes se apropiaron de mayores porcentajes de dichos ingresos. Para visibilizarlas, conviene desagregar el crecimiento promedio de acuerdo con percentiles del ingreso corriente total. Dicho procedimiento es utilizado en la bibliografía relacionada, por ejemplo en los estudios de Lakner y Milanovic (2013)2, entre otros.
Con base en dicha desagregación, puede observarse (en la gráfica 2) que si bien los ingresos por trabajo en promedio aumentaron 42%, resulta que para el 10% de la población con menos ingresos (decil I, o percentil 1 al 10) sus ingresos decrecieron en un promedio de 12%. En cambio, entre los deciles II y VIII (es decir, del percentil 11 al 90) el ingreso presentó un incremento del 38% en promedio. Se observa también un crecimiento menor del ingreso para el percentil 91 al 95, con 18%. Lo más importante y llamativo, sin embargo, es el alto crecimiento del ingreso laboral entre los hogares más ricos: 62% entre el percentil 96 y 99, 136% en el 1% más rico, y 170% en el 0.1% más rico. En resumen, el crecimiento de los ingresos por trabajo muestra de manera inequívoca un mayor beneficio a los hogares más ricos; mientras que para los hogares con menos ingresos, la situación empeoró.
Por otra parte, el análisis de los ingresos por rentas de capital muestra que, si bien hay algunos casos de percentiles atípicos que muestran un crecimiento importante en este tipo de ingresos (debido en gran medida al bajo número de hogares que reportan esta fuente), el mayor crecimiento se da entre los hogares más ricos del país, específicamente para el 0.1%, cuyo ingreso aumenta 246 ve-ces en tan sólo 34 años.
Gráfica 3: Crecimiento del Ingreso por fuentes (1984 – 2018)
Datos representados en percentiles
De igual manera, el análisis histórico del periodo de 34 años puede ser descompuesto en periodos más cortos, con la finalidad de encontrar cuáles fueron las mejores o peores etapas para cada una de estas fuentes de ingresos. Con base en esto, y como muestran las dos siguientes gráficas, resulta que el periodo en que más crecieron los ingresos laborales en general, y en particular los de los hogares más pobres, fue la década entre 1984 y 1994, periodo durante el cual también crecieron ampliamente los ingresos del 1% y el 0.1% más rico.
En cambio, el periodo entre 1994 y 2006 se caracterizó por el aumento de los ingresos laborales entre los hogares más pobres, y el decrecimiento de los correspondientes a los hogares más ricos; es decir que éste fue un periodo de relativa redistribución progresiva. Por último, entre 2006 y 2018 sucedió lo contrario: aumentaron los ingresos laborales de los más ricos, y disminuyeron los de los más pobres; fue un periodo regresivo en términos de igualdad. Este fenómeno – el mayor aumento de los ingresos laborales de los más ricos, que suelen ser las personas que tienen también acaparados los ingresos por capital – fue identificado por Milanovic (2019:343 ) como Homoploutia (“homo” de mismo, y “ploutia” de riqueza), término que refiere a la asociación de altos ingresos por trabajo y por capital en los mismos hogares, un fenómeno cada vez más común a nivel mundial, según analiza el autor.
Gráfica 4: Evolución de ingresos por trabajo
Porcentaje de crecimiento en los periodos señalados
Gráfica 5: Evolución de ingresos por trabajo
Porcentaje de crecimiento, según percentiles del ingreso.
A diferencia de los hallazgos respecto de los ingresos por remuneraciones del trabajo, las rentas de capital presentaron el mayor aumento entre 1994 y 2006, en particular en los hogares del top 0.1%, mientras que entre 1984 y 1994 el aumento para este grupo fue marginal. Entre 2006 y 2018 se presentó un aumento más generalizado en los ingresos por capital entre todos los percentiles, aunque también el grupo más beneficiado fue el del top 0.1%.
Gráfica 6: Evolución de ingresos por rentas de capital
Porcentaje de crecimiento, según percentiles del ingreso
A consecuencia de los crecimientos tan diferenciados entre las di-ferentes fuentes de ingreso y los diversos estratos sociales, la dis-tribución total de los ingresos en los últimos años ha cambiado de manera importante. El porcentaje del total de ingresos laborales que capta el 40% más pobre es menor que hace 34 años (11.6% vs. 12.73%). Mientras tanto, el porcentaje que capta el 1% más rico de los hogares es mayor (7.36% vs. 3.73%).
Gráfica 5: Evolución de distribución de ingresos por trabajo
Ingreso en Veintiles por rentas de capital las fechas señaladas
En lo que se refiere a los ingresos por rentas de capital, los resultados muestran cambios muy drásticos en su distribución entre los diversos estratos sociales. En gran medida esto puede deberse a una mejor captación de ingresos por rentas, sobre todo en los hogares de estrato medio. Sin embargo, debe tomarse en cuenta que los datos que se muestran en la siguiente gráfica no están ajustados a cuentas nacionales4 , lo que podría estar sesgando su efectiva captación del total de ingresos por capital, en particular en los hogares más ricos. No obstante, se observa que sólo el 1% más rico de los hogares llegó a captar hasta 41% del total de ingresos por esta fuente durante 2006.
Gráfica 6: Evolución de distribución de ingresos por rentas de capital
Ingreso en Veintiles por rentas de capital las fechas señaladas
En resumen, la evidencia mostrada deja claro que una de las princi-pales fuentes de la reproducción de la desigualdad en el país es jus-to la amplia diferencia entre los ingresos por trabajo y los ingresos por capital, tanto en su distribución acumulada de manera excesi-va entre los hogares más ricos (para el caso del trabajo), como en lo que se refiere al crecimiento tan diferenciado durante las últimas décadas entre ambos tipos de ingreso.
2. ¿Por qué la política fiscal beneficia más al capital?
Si una de las principales fuentes de desigualdad es la diferencia entre los ingreso por trabajo y los de capital, queda claro que, en términos de justicia fiscal, uno de los principales objetivos de la política redistributiva, en especial la tributaria, debería enfocarse en disminuir dichas diferencias.
Una buena noticia al respecto es que, de acuerdo con datos de la SHCP, cada vez es menor el porcentaje de ingresos tributarios recaudados correspondientes al ISR (el principal impuesto en México dirigido a gravar los ingresos), originado en la retención de salarios, es decir, de los ingresos laborales, y se ha ampliado el porcentaje de ingresos recaudados de las empresas (personas morales). Actualmente hasta el 53% del total del ISR se recauda de personas morales, mientras que en los últimos 10 años el porcentaje de ISR aportado por salarios ha disminuido de 48 a 41%. Las cifras anteriores son positivas, si se contraponen con las que se han presentado en otros contextos históricos. Por ejemplo, de acuerdo con Aboites y Unda (2011)5 , para 1966 el ISR derivado del trabajo representaba 82.9% del total, mientras que 14.3% provenía de ingresos derivados del capital. Datos anteriores a esa dicha fecha, correspondientes al año 1955, mostraban que 48% del total de ISR provenía de los ingresos del trabajo. En cualquier caso, los datos actuales son más alentadores.
Gráfica 7:Evolución de contribución al ISR según origen
Aunque, como muestra la gráfica anterior, la actual distribución entre capital y trabajo de la carga del ISR está más concentrada en el capital y menos en el trabajo que en años anteriores, aún es injusta en términos de la distribución funcional del ingreso en México. ¿Qué significa esto? Tomemos en cuenta lo siguiente: de acuerdo con lo que muestra la evidencia6, sólo $36 pesos de cada $100 generados en el país se distribuyen como remuneración al empleo, mientras que el resto se queda como pago al capital. Ésa es la distribución funcional del ingreso. Entonces, el requisito para tener mínima justicia respecto al pago del ISR, sería que los ingresos por trabajo aportaran al total sólo el 36% (o menos), y que el capital cargara con el 64% restante. Como vemos, el aumento de los últimos años en la aportación proveniente de los ingresos del capital no es suficiente.
Gráfica 8: Porcentaje que representan salarios sobre PIB
Porcentaje que representan salarios sobre PIB
En gran medida, dicha injusticia en la aportación tributaria que hacen respectivamente el trabajo y el capital está asociada a una serie de privilegios fiscales y tratamientos especiales a la carga de impuestos del capital en particular, y de los hogares que más ingresos tienen. Existen múltiples ejemplos de lo anterior.
Si bien en México, la mayor parte de lo que se recauda por concepto de ISR personal proviene de las personas con mayores ingresos8, en realidad dichos hogares pagan menos impuestos de lo que deberían pagar según la ley. Las estimaciones de SHCP para 2018 muestran que los hogares del decil X aportaban 51% de la recaudación total del ISR personal, pero dicho impuesto apenas significó el 19.7% de sus ingresos. El aporte sigue siendo bajo en términos de justicia fiscal.
En el mismo sentido, entre los privilegios fiscales mencionados, es importante destacar que cada vez aumenta más el porcentaje res-pecto del PIB que representan los gastos tributarios (exenciones, deducciones, subsidios y otros tratamientos especiales) vinculados al ISR de empresas. En la gráfica siguiente se puede observar cómo han pasado de representar 0.47% del PIB en 2015 a 0.60% en 20209. Estas medidas son usualmente aprovechadas por empresas grandes o personas físicas de altos ingresos, quienes tienen la posibilidad de pagar por servicios para crear la mejor estrategia tributaria y utilizar lo más posible los privilegios fiscales que permite la legislación actual.
Gráfica 9: Histórico de presupuesto de gastos tributarios
Porcentaje respecto del PIB
Gráfica 10: Histórico de presupuesto de gastos tributarios
Gastos presupuestarios (a pesos de enero 2020)
Los datos públicos de la SHCP permiten conocer la distribución del uso de dichos gastos fiscales por parte de las empresas. A continuación, se muestra una gráfica con algunas deducciones seleccionadas. Como puede notarse, como la mayor parte de éstas son utilizadas por el 10% de empresas con más ingresos. Así pues, 77% y 67% de las deducciones por adquisición y arrendamiento de automóviles, respectivamente, se quedan en el decil X. Además, prácticamente la totalidad (97% y 95%) de la adquisición de automóviles eléctricos y donativos se queda sólo entre las empresas más ricas. Sólo unas cuantas empresas usan los gastos fiscales que pueden aprovechar.
Gráfica 11: Gastos fiscales 2021 por deducciones seleccionadas y decil de ingresos en el ISRE
Gastos presupuestarios (a pesos de enero 2020)
Además, la información pública sobre las deducciones personales (es decir, de quienes presentan declaración anual como personas físicas) realizadas respecto del ISR10 muestra amplias desigualdades. Como se observa en la gráfica siguiente, la mayor parte del total de montos que deja de recaudar el fisco en México vía este tipo de gastos fiscales, son captados por el decil X, es decir, el 10% más rico de los hogares.
Gráfica 12: Distribución de deducciones personales al ISR (2018), por deciles.
Gastos presupuestarios (a pesos de enero 2020)
En consecuencia, los diferentes privilegios fiscales que prevalecen en México afectan la recaudación. Más allá de que el nivel de re-caudación total en el país es tremendamente bajo (16% según la OCDE11), una oportunidad importante en términos de recaudación la representan los impuestos sobre la propiedad, que incluyen los impuestos del predial (recurrentes sobre la propiedad inmueble), impuestos sobre la riqueza, sobre herencias y donaciones, transacciones financieras, patrimonio, entre otros. En México, la recaudación total por esta categoría de impuestos es cercana al 2% del total de ingresos tributarios, mientras que en países como Corea del Sur, Estados Unidos y Canadá supera el 10%.
Gráfica 12: Recaudación de impuestos sobre la propiedad (2017)
Gastos presupuestarios (a pesos de enero 2020)
En resumen, es incuestionable la necesidad de abrir el debate sobre la justicia fiscal, las cargas tributarias y los privilegios fiscales en México, en especial acerca de aquéllos que benefician más al capital que al trabajo, a los que se debe la reproducción de la desigualdad en el país. De continuar la injusta distribución del pago de impuestos, parece difícil lograr el tan necesario aumento de los ingresos tributarios en el país, problema histórico que obstaculiza la construcción de un Estado fuerte y de un sistema de protección social digno, que garantice los derechos humanos de todas las personas.